Son muchas las afirmaciones a favor y en contra que se han pronunciado a lo largo de los años en torno a la belleza y a los tratamientos de medicina estética. Hoy te contamos que hay de verdadero y falso en todo esto. ¿Preparada?
La piel debe limpiarse y tonificarse tanto por la mañana al despertarnos como por la noche antes de dormir. Aunque no se aprecie, la piel necesita liberar los poros y eliminar los residuos de suciedad, impurezas o sudor que acumulamos, tanto por el día como por la noche, y que pueden perjudicar la salud de nuestra dermis.
La duración de los productos cosméticos suele ser de un año desde su apertura y por tanto deben renovarse cada cierto tiempo. Si aprecias que una crema cambia de color volviéndose amarilla o marrón, cambia de textura o incluso de olor, significa que está en mal estado.
La medicina estética sirve para prevenir, existen sustancias en el organismo que con el paso de los años se pierden como es el caso del colágeno o del ácido hialurónico, y que a través de determinados tratamientos médico estéticos se pueden estimular para que nuestro organismo los reconstruya. Por otro lado, existen tratamientos para pacientes más jóvenes en función de sus necesidades: eliminar acné, manchas faciales, piel deshidratada, falta de luminosidad, tratamientos reductores y de pérdida de peso, tratamientos reafirmantes, etc.
Todas las pieles deben ser protegidas frente a los radicales libres, ya que estos generan daños en las células, independientemente del tono de la piel.
La piel cambia las necesidades de nutrientes en función de la estación del año en la que nos encontremos, el clima o la edad. Es recomendable cambiar de vez en cuando de productos cosméticos para que la piel no se acostumbre a los mismos principios activos. Puede ser que en determinados momentos del año necesitemos productos con más aporte de vitamina C si detectamos nuestra piel apagada, ácido hialurónico si se encuentra más deshidratada, ácido salicílico si notamos los poros más dilatados, etc.
Cuando cortas el cabello el nivel de crecimiento no cambia, sin embargo saneamos el cabello y crece más sano y renovado, pero la intensidad de crecimiento es la misma.
Si estás esperando un bebé, deberás guardar algunos productos en el armario de manera temporal. La piel absorbe estos nutrientes y los reparte, tanto en el cuerpo como en el rostro, pudiendo atravesar la placenta y llegar al feto. El retinol y sus derivados es uno de los productos a evitar. Otros activos de los que debemos prescindir durante el embarazo son los alfahidroxiácidos como el ácido salicílico o el ácido glicólico, los betahidroxiácidos y la vitamina C pura.
La hidroquinina, un despigmentante para eliminar manchas también debe ser eliminado ya que si llegara a atravesar la placenta podría provocar malformaciones congénitas en el bebé.
¿Verdad que cuando una camisa tiene una arruga muy pronunciada cuesta más quitarla con la plancha que una arruga leve que desaparece más fácilmente? Nuestra piel es igual, tiene memoria, por lo que si la cuidamos y prevenimos luciremos una piel más saludable y estará más rejuvenecida. El mejor antiedad es un factor de protección 50 a diario, e incluso en invierno. No olvides además desmaquillarte todas las noches e hidratar tu piel a diario.
Así es. Si tienes un grano deja atrás la tentación de tocarlo, podrá infectarse todavía más. Es aconsejable utilizar productos con ácido salicílico y zinc o cosméticos libres de aceites para pieles grasas. Siempre podrás disimularlos con correctores verdes que rebajan el tono rojizo.
El cuero cabelludo tiene unas necesidades diferentes en cada persona. No debe lavarse con la misma asiduidad un cabello seco que uno graso. Una persona con el cabello graso puede lavarlo con más frecuencia, incluso a diario si lo necesita. Un exceso de grasa puede ser contraproducente, obstruyendo los folículos pilosos y aumentando las posibilidades de que el pelo se caiga, se genere caspa, picores, descamación e incluso derivar en alopecia. Por tanto, no lavar el pelo cuando se necesite puede incluso ser más perjudicial que lavarlo a diario.